La claridad que me inunda (CLXIII)

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En tu rostro tienes miel
y, si me pongo a mirarte,
no encuentro ninguna parte
que no me dé gozo en él.

Eres la niña más bella
de cuantas hay en el mundo,
me tocas lo más profundo
con tus destellos de estrella.

Te he nombrado emperatriz
de la tierra de mis sueños,
la meta de mis empeños
es ser contigo feliz.

Te quiero como a mi vida,
eres ternura infinita,
amarte me debilita
como si fuera una herida.

Quiero ponerte una rosa
en tu bellísima sien
para que se vea bien
que esa flor no es tan hermosa.

Te quiero llenar de besos
tu dulce rostro de hada,
porque, mi niñita amada,
tienes mis adentros presos.

Rozarte tus tiernas manos
mirando tus lindos ojos
me deshace los enojos
pues nos convierte en hermanos.

Tuyos por siempre serán
mi vida y mi corazón,
sin ninguna condición,
a tu pecho se darán.

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