Refugio sin cerca. 236

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El espantoso sádico usa la ironía
para fingir inocencia en su maltrato
y disimular así el placer
que le causa el sufrimiento,
no hay una gota de piedad en su corazón muerto
y quiere hacernos creer que es gracioso no escuchar,
no comprender, no sentir, no apiadarse,
que es de niños inocentes, que es de ingenuos bondadosos
que no perciben las cosas malas
pero su propósito solo consigue
poner en evidencia lo increíble de su estupidez
y lo destrozado que está su cerebro
porque los ángeles oyen, los ángeles respetan, los ángeles
no son idiotas
como él finge ser en su farsa para el acoso,
ningún hombre digno se ríe del bien,
no es motivo de jactancia
ser una mala persona, desear el mal de un semejante,
odiar a las almas inocentes, necesitar hacer daño,
el tonto solo es un tonto, no inspira afecto
al hombre sabio que se esfuerza por el bien,
el pobre sádico, ansioso de amor pero ya sin esperanza,
hiere violentamente con sus mentiras
pues incluso su ansia de derramar sangre es una falsedad
que en lo hondo de sí no deja de percibir,
solo por huir de su sed de afecto, ha hecho de la negación
el principio por el que se rige,
mata, pega, insulta, se burla
porque nadie lo quiere de verdad, no ha encontrado el amor,
lo estafan con un afecto podrido
en este mundo de corazones mediocres que no perciben
el secreto que él oculta
pero su secreto es que le falta coraje,
que no tiene voluntad, que se odia a sí mismo, que se quiere morir,
que no le quedan fuerzas, que su alma está desolada
y que no es capaz de asumirlo y lucha por ocultarlo,
las mentiras enfrían y matan el sentimiento
y causan un dolor infinito,
tú y yo no las usamos entre nosotros
ni tampoco con nuestros semejantes,
no hacemos de la risa el interés prioritario,
somos espíritus graves que no dicen lo que no sienten
como hace el arrogante que imagina que no hay nada
ante lo que deba inclinarse.

©Luis Rafael García Lorente